Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Desde el primer encuentro frente al Deportivo Aragón les he insistido, muchos de ustedes ya lo saben, en que la pretemporada está para infundir la filosofía del entrenador en su plantilla, mejorar los fallos individuales y colectivos y observar el progreso del equipo.
Cuando se disputaban con adversarios internacionales Trofeos como el Teresa Herrera, Ramón de Carranza o Colombino, el hecho de adjudicarse un galardón de tamañas circunstancias siempre era de agrado para los seguidores. Más aún cuando las plantillas estaban conformadas y la liga comenzaba en septiembre disputándose a las cinco de la tarde los domingos.
En mi opinión existen más aspectos positivos que negativos en el partido frente al Betis. Ya tenemos una formación inicial donde destaca la única novedad de Manu Molina con respecto a la temporada pasada. Y que expuso sobre el terreno de juego lo que pretende Carcedo.
Después de una interesante primera parte llegó la segunda con la presión de Pellegrini sobre el equipo verdiblanco y el cansancio de los once futbolistas blanquillos que bajaron la guardia en el primer cuarto de hora. Llegado el 2-0 con falta de atención en la defensa, el carrusel de cambios, el caos de los últimos minutos, llevó a los goles de Petrovic y Giuliano en los minutos 82 y 85. Incluso al tanto de Jair Amador en los instantes finales anulado por un supuesto y más que dudoso fuera de juego.
Si el Real Zaragoza, que todavía no ha inscrito a sus cuatro fichajes, es capaz de dar salida a la mayoría de los futbolistas sobrantes y ficha un extremo, un central y un goleador, será competitivo. Ahora está demasiado justo en efectivos útiles y la competición es muy larga para empezar con lo que se tiene.
Espero que Raúl Sanllehí sea capaz de echar el resto para conseguir mayor amplitud y contundencia en la plantilla antes del cierre del mercado, que ya será tarde porque la liga comienza en Las Palmas en poco más de una semana.