Da la sensación que el tranvía está en la parada, que es hora punta y que la fila para entrar es larga; pero pocos quieren salir y sigue la gente tomando posiciones esperando el final del tránsito. O salir en la próxima porque le viene mejor dadás las circunstancias.
Se van marchando futbolistas cedidos, libres, con escasa repercusión en el proyecto de Carcedo. Y se habla de muchos jugadores que podrían llegar a la disciplina zaragocista.
Se desgranan algunos nombres por parte de ciertos agentes para ver si cuelan, los filtra el propio club o se conocen de webs extranjeras ahora que el Real Zaragoza es una inversión multinacional.
No se presenta a Rebollo, apenas tienen repercusión las palabras de Zapater, da la impresión que mejora Cristian de sus molestias y se prepara ya el viaje a Boltaña.
El número de amistosos servirá para acallar los nervios de la afición porque los verá por televisión, se abrirán debates en twitter y Facebook mientras estamos a la espera de saber quién se queda entre bambalinas.
Sé que puedo llegar a ser muy pesado pero aún no se han despedido ni los Yarza, ni Sáinz de Varanda, ni sabemos qué ha pasado con Cuartero, ni nada más de la construcción de La Romareda o cómo se llame el nuevo estadio. Solamente que se maquillarán algunas deficiencias para que se pueda jugar el partido internacional contra Suiza.
Desconocemos quién asumirá el liderazgo del club, si Raúl Sanllehí que aún no se ha dirigido a la afición, Torrecilla cuya credibilidad está bajo mínimos, o el propio Carcedo. Pero el técnico riojano no parece tener la capacidad de comunicación de Juan Ignacio Martínez o la de Víctor Fernández. Tampoco es su obligación, por supuesto. Pero la gente espera algo más de un club que sigue en la burbuja del silencio.