Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, en este día de desplazamiento de la plantilla del Real Zaragoza a Boltaña, quiero comentar un par de concentraciones en el extranjero. En las primeras ocasiones solamente íbamos dos enviados especiales que compartíamos el hotel, el trabajo físico y las conversaciones con el entrenador y los jugadores.
Eran un par de semanas intensas, ilusionantes, donde además de conocer mundo eras la única voz que mantenía informados a los oyentes. Y esto te permitía ofrecer en primicia la salida de Salva al Barcelona aún con Beenhakker. Teníamos casi secuestrado al futbolista el otro compañero de la prensa escrita y yo en connivencia con el recepcionista del hotel en Holanda para que no le pasaran llamadas.
Una plantilla con jugadores de la calidad de Barbas, Herrera, Señor, Amarilla y Jorge Valdano, entre otros, este último con el escudo del Real Madrid por debajo de la camiseta blanquilla.
Una de las mejores cosas para mi era montar el estudio volante en el hall del hotel con cables, micrófonos, magnetofones de casete y de cinta abierta. Se trataba de mi espectáculo dos veces al día.
La temporada siguiente, con Enzo Ferrari, nos marchamos a los Alpes Dolomitas con la incorporación de Andoni Cedrún y de Ivo Surjak, un formidable futbolista yugoslavo que llegó lesionado y no pudo triunfar.
Fue el año en el que el Real Zaragoza le ganó una de las cinco veces al Real Madrid en el Bernabéu, con goles de Amarilla y Corchado.
Una de las veces tuve que enviar la información en directo de un amistoso que jugaba cerca de Belluno, lugar de concentración de los blanquillos, por teléfono de fichas. Y fue un espectáculo cambiar liras por fichas durante un cuarto de hora. Los italianos que estaba en el bar del campo, muy cachondos, aplaudieron cuando terminé.
Por último recuerdo que, un día antes de concluir la concentración y con toda la información enviada, a Alejandro Lucea y a mí se nos ocurrió tomar un tren hasta Venecia para conocerla y por la noche tomar otro hasta Roma donde salía la expedición zaragocista.