Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Se están cerrando los objetivos en cuanto a fichajes de manera casi matemática en las dos últimas semanas. Si dejamos al margen en caso Gaizka, rápidamente cubierto por Rebollo, las sinergias en cuando a Giuliano Simeone y Víctor Mollejo se han cumplido fielmente, mientras que la llegada del centrocampista Manu Molina también satisface las expectativas de Juan Carlos Carcedo.
La llegada de las nuevas incorporaciones se han producido con la suficiente tranquilidad y los plazos marcado por el club dentro de la sorpresa del técnico por sus problemas de corazón. Que, como dije ayer, fue compensada por la videollamada con sus jugadores desde el hospital y la cancelación de la concentración en Boltaña para que la plantilla esté más cerca de Carcedo.
Existe una tranquilidad y una calma en la afición que desde hacía mucho tiempo no se contemplaba y que está basada en hechos reales. Faltan media docena de salidas, es cierto, pero el trabajo del equipo no se está viendo interrumpido por crisis internas o circunstancias al margen del proyecto.
Es cierto que han dolido las salidas de algunos futbolistas carismáticos como Javi Ros pero la personalidad del navarro y su ejemplaridad dentro y fuera del terreno de juego han cerrado las posibles heridas en una convivencia tranquila de la plantilla.
Ahora vendrán los amistosos, que se van a jugar en clave de entrenamiento y de ensayos, sabiendo que aún quedan jugadores importantes por llegar. Sin olvidar el tremendo calor que hace y las dificultades que significa para ofrecer lo que desea Carcedo sobre el terreno de juego.
Ahora, más que nunca, pienso en que se debe disfrutar con esta pretemporada, esperar con ilusión lo que venga y favorecer esta transición tan complicada desde la decisión de los miembros de la Fundación de tomar las de Villadiego.