Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
En víspera del partido ante la Ponferradina solamente nos queda esperar que el equipo que salga al terreno de juego deje los nervios en el vestuario y aproveche la excitación para ser más intenso en el terreno de juego y no se colapse por la responsabilidad.
Escribá es un hombre inteligente, en mi opinión, que sabe expresarse con un discurso muy medido y con interpretaciones según quién le escuche. En su presencia ante los medios de comunicación ha dicho que “no le queda otra que esperar a ver si en los últimos días sale alguna opción buena” que pueda apuntalar su plantilla con la llegada de un extremo izquierdo, prioridad señalada desde hace semanas por el técnico valenciano.
Hasta el miércoles, que se termina el mercado de invierno, no desea expresarse sobre las entradas y salidas, que van empate a uno. Entonces será momento de “hacer un balance de lo que somos y a lo que podemos aspirar” en lo que resta de competición.
Mañana parece que saldrán juntos Mollejo, Iván Azón y Giuliano Simeone, lo que será una experiencia muy interesante para saber cómo se desenvuelven los tres jóvenes futbolistas de ataque.
Por supuesto el partido será complicado porque es una de las últimas posibilidades del equipo leonés de conseguir acercarse a la zona fuera de peligro y todos los técnicos saben cuáles son las fuerzas y las carencias de los blanquillos.
Cordero sigue trabajando, casi obligado a fracasar por el muerto que tiene en la plantilla y el dinero con el que cuenta mientras que Sanllehí ha dejado de estar presente en la primera linea zaragocista y Escribá explica sus problemas a una afición que, de reojo, mira la reconstrucción de la Romareda en plena batalla campal entre socialistas y populares con las familias burguesas de Zaragoza como testigos.