Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Siempre es positivo afrontar un lunes con la primera sensación de la mañana al abrir los ojos del recuerdo de una victoria del Real Zaragoza. Y de observar la tabla clasificatoria y ver la lejanía del descenso, aunque haya varios clubes a solo un punto del equipo aragonés. O querer mirar demasiado alto sabiendo lo que nos ocurre cuando nos dejamos llevar por los sueños de la disputa por el ascenso.
Escribá se ha hecho fuerte después de unas semanas de bajón y de escasa fortuna en los marcadores. Los cantos de sirena del Valencia sobresaltaron al técnico después de una pérdida de confianza de Sanllehí y la burbuja creada en torno a Cordero.
También el regreso de Iván Azón, con gol incluido el sábado, la tenacidad de Giuliano Simeone y sus flechas en la diana, con la presencia del cañón Bebé que va de arriba abajo con el disparador en la mano.
Francho y Bermejo aumentan el potencial del equipo, Nieto mantiene su línea ascendente y la defensa ofrece seguridad recibiendo ya muy pocos goles.
Consiste en trabajar con humildad pero con intensidad, volver a construir una fortaleza en la Romareda y no perder la cara arriba.
Esta Segunda División es un lugar de trampas, sorpresas, batacazos y machadas donde el Real Zaragoza debe de salir para volar hacia otros lugares que nos hagan pensar en un futuro diferente.