Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
No creo que la mayoría de los seguidores del Real Zaragoza tuviesen un mínimo de credibilidad ante la posible suspensión de la sanción de Cristian Álvarez. Después de tantos años tendremos que saber cuánta gente compone el Comité, cuánto cobran y para qué sirve.
También si existe un concreto posicionamiento sobre algunas acciones en concreto que se producen dentro del juego o fuera de él y por qué en algunos casos la caída de futbolistas en los últimos minutos para perder tiempo simulando calambres o falta de respiración, no es cuando menos similar al retraso de un saque de puerta. Y conocer al futbolista en cuestión que, en el caso de Cristian Álvarez, al margen de ser un veterano curtido en mil batallas, no plantea problemas con los árbitros.
Un profesional amparado por su asociación y que no concede entrevistas, que gana 84.658 euros por catorce pagas , además de 1800 euros por partido, debe estar preparado para superar la tensión y los nervios en Segunda División. Incluso con un psicólogo personal para que le ayude a superar el miedo escénico y a evitar caer en una actitud de hostilidad para intentar que se mantenga su autoridad.
Ser árbitro no es fácil, tampoco es obligatorio, con la carga además del VAR que ayuda pero pone en cuestión alguna de sus decisiones durante el transcurso del partido. De todas formas a lo largo de una temporada es injusto decir que se ha subido, se ha bajado o no se ha conseguido el proyecto definido por las diferentes actuaciones arbitrales.
Veremos qué cara se les ha puesto a los accionistas con el ridículo político de los candidatos y la insatisfacción de la afición, que aunque no pinta nada en el espectro económico ni de negocio, es el valor más grande de un club de fútbol como éste.