Fernando Muñoz
Desde aquellos escarceos lamentables de Piterman en el Rácing de Santander y Alavés, hasta nuestros días, son muchas las fortunas extranjeras que han visto negocio en el fútbol español. Desde casas reales afondos de inversión, desde Asia a Norteamérica muchos se han instalado con escaso éxito en lo deportivo en nuestro país.
El proceso de adquisición suele venir con un proyecto inmobiliario debajo del brazo en forma de estadios, ciudades deportivas y en algún caso como en Málaga, de un puerto marítimo. Son equipos que reciben casi siempre con agrado a alguien que viene con dinero y que las aficiones equiparan a fichajes, victorias y títulos o ascensos.
Esta temporada recién terminada, ha puesto d manifiesto que el fútbol desde su conversión a sociedades anónimas deportivas, ha de funcionar como empresas, peculiares por lo que mueven entre las ciudades pero han de ser gestionadas como tales. El Elche propiedad del argentino Christian Bragamik, el Espanyol de Rastar Group chino, el Valladolid de Ronaldo Nazario, son los tres descendidos pero otros que han estado cerca han sido el Almería de Turki Al-Sheikh de Arabia Saudí y el Valencia de Meriton y Lim con sede en Singapur. Este interés se traslada también a clubes de segunda división como el Leganés del mexicano Jeff Luhnow y su empresa Blue Crow Sports, el Sporting de Gijón con el empresario mexicano Alejandro Irarragori fundador y presidente del consejo de administración de Grupo Orlegui.
Otros casos son el Albacete, que tiene como máximo accionista al grupo catarí Skyline internacional, al Málaga, recién descendido, propiedad del jeque procedente de Catar Tamim Al Thani, el Oviedo, del millonario mexicano Carlos Slim, el Granada, que tiene como accionista mayoritario a Daxian 2009 s.l. bajo el control del grupo de inversión chino Wuhan DDMC Football club Management Co., con su presidenta Sophia Yang y por último el Real Zaragoza, adquirido por un fondo americano formado por varios inversores, presidido por Jorge Mas.
Ninguno prácticamente han cumplido en lo deportivo, salvo el Granada y en algunos casos, su fracaso ha sido estrepitoso con descensos y pérdidas económicas notables como en los tres recién descendidos de primera o como en el caso del Málaga que dejará al menos por una temporada el fútbol profesional pertenenciente a la Liga. También dentro de las excepciones, por positivas, hay que citar al Mallorca, propiedad de los americanos Robert Sarver y Andy Kohlberg, accionistas mayoritarios con su empresa Liga ACQ Lagacy Partners y al Girona, club vinculado al Manchester City propiedad de la compañía inversora ADUG perteneciente a Su Alteza el jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan.
El otro formato sin hacerse con la propiedad, son los casos de los estadounidenses Ares Management y Quantum Pacific Group del israelí Idan Ofer que han llegado para fortalecer los presupuestos como Atlético de Madrid o Sevilla.
Por tanto la “invasión” de capital extranjero en nuestro fútbol no garantiza el éxito deportivo ni mucho menos, que como diría un castizo: “no es oro todo lo que reluce”.