Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Quentin Lecouche ha caído con buen pie en Zaragoza. Agradable y cordial en su saludo a la afición blanquilla parece tener deseos de triunfar en la Romareda. Enseguida llegará el resto de los conocidos refuerzos como el de Sinan Bakis o Tony Moya y ya están con nosotros Maikel Mesay Marc Aguado. Van marchándose con cuenta gotas los elementos con los que no cuentan Cordero y Fran Escribá pero están Igbekeme y Sabin Moreno mareando la perdiz y queda todo este mes de julio para saber qué guardameta será el rival de Cristian, qué pasa con Mollejo y cuál será el gran fichaje para conseguir por fin un delantero centro de garantías.
Seguramente algunos de ustedes estén algo bajos de moral después de las declaraciones en el País de Jorge Mas, medio del grupo PRISA que preside Oughourlian fuertemente vinculado al Real Zaragoza. Es amigo de Florentino y su equipo de siempre es el Real Madrid además de haber conseguido a Messi y a Busquets arrebatándoselo de las garras al fútbol islámico. Pero le tiene cariño a Zaragoza.
Con la deuda concursal no hay dinero para más porque el límite salarial crece muy poco con las inyecciones económicas, que van directamente en su mayoría a la deuda del club. Ahora tendremos que ver si se regresa a la alegría de la construcción de la Romareda aunque sospecho que hasta la constitución del Gobierno de Aragón el tema quedará algo soslayado por sentido común.
Ha regresado rejuvenecido Fran Escribá que sufrió unos meses complejos por muchos motivos en el Real Zaragoza. Ahora, con la seguridad de Cordero, algo menos de autonomía en sus decisiones pero con la responsabilidad compartida, veremos qué posición ocupa Raúl Sanllehí, más convertido en presentador de actos con los colaboradores y patrocinadores que dirigiendo la sociedad.
A partir de ahora crecerá la lógica ansiedad en la afición, especialmente cuando vaya terminando el mes de julio. El Real Zaragoza no es candidato al ascenso directo y parece que no es una prioridad agónica de los inversores. Pero el fútbol, como el Señor, ofrece caminos inescrutables para el creyente.