Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Avanzamos de manera remolona cercanos al final de 2022, un año que puede ser crucial para el Real Zaragoza después de la venta de la propiedad. Donde permanecen como consejeros, accionistas y asesores diferentes miembros de la Fundación y trabajadores de rango medio pero que siguen en puestos indefinidos en la organización.
Aunque el Mundial de Catar no ha tenido la audiencia esperada por la descalificación de la selección española, sí que ha cubierto de alguna manera la indecisión en los primeros partidos de Escribá y su decisión de mantener en la portería a Ratón hasta el último partido en la Romareda.
Ahora, con la mitad de los puntos para una supuesta permanencia, parece que se pretende recuperar a Iván Azón como la gran esperanza canterana del mercado de invierno y ajustar una o dos plazas a lo sumo para cubrir las principales necesidades.
El lunes se viaja a Butarque frente a un Leganés que se ha hecho fuerte con Idiákez, uno de los técnicos de segunda categoría que se trajo la anterior propiedad y que no cuajó en el Real Zaragoza con una salida tan rápida como la de Juanma Lillo hace más de veinte años después de la eliminación en Cracovia. Uno de los directivos de Soláns se quedó con las ganas de que permaneciese en el aeropuerto y que no regresara con la expedición a la capital aragonesa.
Después de una acción viene una reacción; y tras una importante victoria suele relajarse el equipo. Más aún cuando es por goleada y ante su vecino el Huesca. Por eso, más que nunca, pese a las Navidades tan cercanas, no conviene que vayan en camellos y sí como bólidos en el escenario de Leganés.