Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Hemos pasado ya por la visita del presidente del Real Zaragoza y la ofrenda a la Virgen del Pilar, al cierre del mercado veraniego con la llegada de futbolistas desconocidos, la salida de otros con emoción hasta el último minuto y la apertura a la compra de agentes libres que no negó Carcedo en su comparecencia de ayer.
Los tres futbolistas incorporados en los últimos días están listos para jugar pero quizás sea Pape quien más opciones tenga. Sin Narváez ni Azón el ataque es insuficiente, aunque Giuliano y Mollejo lo hayan intentado desde el principio o como revulsivo en estos tres primeros partidos.
La baja de Grau por expulsión en el último encuentro agrava la capacidad organizativa del equipo y más si hay que echar mano de Petrovic. Pero estoy convencido que Carcedo lo tiene todo ya contemplado y prácticamente ha dormido con el sistema y la formación titular en la cabeza.
La Romareda aguanta hasta una explosión nuclear pero en esta décima temporada consecutiva en Segunda División necesita el premio del gol y el sobresaliente con una victoria. Todos sabemos que la afición anima, apoya y no deja un solo segundo al Real Zaragoza hasta el final. Pero las gradas no meten los goles y conseguir uno más que el contrario es el objetivo último del fútbol.
Consiste en jugar con inteligencia, asumir sin olvidad ninguna de las indicaciones del técnico y no fallar. Es fundamental mantener la portería a cero pero también que, en el momento del disparo, los blanquillos no piensen más de lo necesario para dudar cuando golpeen el balón. Y si no llega, tener la paciencia necesaria para no precipitarse y convertir en un sufrimiento los minutos finales del partido.