Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Tengo un buen amigo y compañero, ya jubilado, del que he aprendido que el conocimiento, la paciencia y saber negociar con cara de pócker es muy importante. También guardarlo todo y clasificarlo para cuando puedas necesitar una información que parezca olvidada y surja como elemento disuasorio en el comienzo de un conflicto.
Un día me comentó este hombre que los medios locales no somos nadie en un evento internacional y me puso como ejemplo Barcelona 92. Él guardaba cola en la oficina de acreditaciones de la Ciudad Condal y ésta no avanzaba creando una sensación de nerviosismo que él y sus compañeros no estaban acostumbrados a sufrir. Uno de ellos, más joven y con cierta cercanía a la familia del negocio mediático no pudo más, e intentó llegar al mostrador por delante de periodistas de Murcia, Palencia, Lugo y Cádiz que estaban acostumbrados a dejarse pasar por los grandes periódicos, cadenas de radio y las nuevas televisiones a los que entraban casi con escolta la organización.
¡Que somos del Heraldo!, ¡que somos del Heraldo! estalló, iniciando una carrerita parada en seco por un guardia de seguridad. ¿Usted sabe con quién está hablando? -le espetó el joven ingenuo e inexperto con la excitación de acudir a un evento de esas características. Del «ni lo sé, ni me importa», pasó a conducirle a su sitio en la cola el fornido segurata mientras el humor se convertía en un caso de carcajada contagiosa entre los enviados especiales.
Ojo no les vaya a pasar lo mismo más de cuarenta años después a quienes pensaron controlar el garito de la Romareda después de invitar a los fondos de inversión y prometerles que era pan comido. No sea que los vayan apartando, como ya han hecho con una pareja, y hablen directamente con los que mandan pare evitarse intermediarios venidos a menos.