Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Lo que dan las victorias, además de puntos, es una tranquilidad emocional que permite desquitarse de la presión y la ansiedad. Y más si se produce ante tu público, que confía en ti, frente a un adversario con el que existe cierta confrontación y con el presidente y el consejo en el palco presidencial.
Después de Butarque llegarán unos días de descanso y por eso hay que trabajar con mucha intensidad para puntuar en Leganés con la confianza adquirida pero sin bajar la guardia ante el adversario.
Es también tiempo de saber quién se va a marchar y los que pueden venir. Llega el esperado mercado de invierno donde se podría contar con la presencia de uno o dos futbolistas complementarios. Bien por las sinergias, bien por el dinero que pueda tener Raúl Sanllehí.
El asunto de los triunfos conseguidos en el momento oportuno ante un rival cercano, ha significado también la desaparición del director general durante unos días y el olvido de la necesidad de un director deportivo.
Está claro que el primer objetivo es la rebaja de la deuda, que se está consiguiendo, que no figuren como acreedores ni el Milan ni el Shacktar Donest, y que todo parezca prácticamente hecho en la reconstrucción de la Romareda y el aprovechamiento del club en los 250.000 metros cuadrados de negocio extra deportivo.
Y ahora, que la afición está más unida que nunca, incluso ilusionada, Sanllehí debería utilizar esa picardía que suponemos tiene entre sus virtudes para dar un golpe de efecto en los entrañables días de Navidad de cara a la segunda vuelta.