Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Apenas tenemos ninguna información o dato interesante sobre el futuro del Real Zaragoza una vez se consigan los puntos necesarios por la permanencia. Sigue el silencio institucional y el desconocimiento de quién manda en el club. Una cosa es que Raúl Sanllehí haya tomado presencia en los actos públicos y otra muy distinta el equipo de trabajo de los consejeros más cercanos y que son los que marcan el día a día de la institución.
Sabemos que de cara al trabajo de cantera funcionan como en los últimos años el grupo técnico y de formación, según los criterios de la última década. A veces pasea por los campos de la Ciudad Deportiva Cordero pero Escribá está al margen y toma las decisiones de subir a futbolistas del División de Honor o del filial sin contar con los entrenadores.
Tampoco parece que esa futura residencia del fútbol base, con un cambio total de instalaciones, gimnasio, piscina, vestuarios, salas de reuniones y dormitorios esté ni sobre el papel, además de modernizar los graderíos para la presencia de aficionados en partidos importantes de los clubes zaragocistas. Con la posibilidad de poder tomar algo, bien en un bar, bien con máquinas para uso público y personal de seguridad.
Otra opción, como se hacía en los años ochenta, es fijar el horario del filial nada más terminar el partido del primer equipo (siempre que no sea de noche o en horario de mediodía) para que, esta forma, parte de la afición permaneciese en la Romareda.
Los sonidos del silencio, como la famosa obra musical de Simon y Garfunkel, pero acallada por las bocas cerradas de quienes mandan.