Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Semana larga, larguísima después de la derrota ante el colista de de Segunda División. Y con tantos días para preparar el partido en la Romareda, cierta angustia al pensar que se pudieran escapar los puntos en la noche de hoy.
Está completamente recuperado Iván Azón, mejora Francés, se ha lesionado Valderrama, determinados efectos de una competición de Liga que acaba de empezar y a la que le restan treinta y cuatro partidos por disputarse.
El equipo de Carcedo y él mismo deben conocer al milímetro a los armeros por el scouting con tantos días de antelación. Y ese es uno de sus trabajos, como también el de saber las posibilidades de su equipo y de cómo superar con inteligencia, método e intensidad a su adversario.
No da la impresión de cambiar su filosofía de juego pese a disponer de tres delanteros a la espera de ser utilizados. Ni tampoco se prevén cambios en la formación titular. Habrá que esperar a dejar la portería a cero y conseguir aprovechar alguna de las ocasiones de gol.
Tampoco parece que vaya a presenciar el encuentro el mismo público que un fin de semana; los comercios están abiertos, la afición de fuera de Zaragoza tiene que volver a sus localidades de origen y los más pequeños deben echarse pronto a la cama.
No se trata de una final, de un encuentro decisivo, de un choque de rivalidad regional. Es, simplemente, enfrentarse al Éibar con una enorme tradición en Segunda División con llegadas puntuales a Primera y que será un rival difícil de batir.
En definitiva, tranquilidad, calma y a observar los acontecimientos con la perspectiva que nos dan tantos años en la Segunda Liga de este país.