Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Aunque rasques con fuerza de todo tipo de fuentes, más o menos veraces, acudas al submundo futbolístico de internet o te acerques a personas que puedan olfatear algún lejano movimiento, no surge nada serio para tomarlo en consideración.
El mercado de fichajes está parado. Seguramente porque se espera hasta el final para conseguir a un precio razonable futbolistas de relleno o que jugadores de Primera División asuman su descenso de categoría.
Los cambios que hacen de Segunda División una competición muy lejana de la Liga Santander, impiden que se produzcan grandes novedades y que los encuentros sean de baja calidad generalmente. Esto vuelca a los seguidores de los dos clubes televisados a seguir las evoluciones sobre todo en la pequeña pantalla, y dejar al resto sin deseos naturales de disfrutar de un Mirandés – Ibiza o un Leganés – Ponferradina que, por ejemplo, en Lugo apenas atraerá a un centenar de seguidores.
En cuanto al Real Zaragoza sigue claro que la distancia entre el club y la afición va a ser tan grande o más que en el pasado. Se trata de un negocio privado que tiene por objeto estimular a los seguidores con promociones, venta de productos blanquillos, descuentos en empresas afines y todo tipo de sorteos y regalos.
Otra cosa es lograr por el límite salarial una plantilla de garantías, no saber de verdad qué padece Iván Azón y por qué Torrecilla, hermano y amigos, han sido incapaces de vaciar el almacén con productos caducados para renovar el ataque de un equipo incapaz de hacer goles.