Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Entramos un tiempo de cierta calma mientras se cumplen los protocolos accionariales y de cambio de propiedad. Se ajustan las responsabilidades de los consejeros, se intenta organizar un club con los trabajadores de la empresa y aguantar a los directivos de cota baja hasta que su presencia, sólo testimonial, les invite a una salida o a la jubilación. Hay muchas maneras de mantener a los que sobran pero hay que seguir con el mismo menú, aunque se trate de un plato que no sea elegido por los comensales.
Ahora lo más importante es quitar elementos sobrantes de la plantilla para aumentar las posibilidades de contratar los futbolistas necesarios para el proyecto. Es posible que la llamada sinergia de clubes cercanos a los inversores favorezca esta situación que es fundamental para afrontar una temporada tan difícil como las anteriores. El sistema de juego del técnico blanquillo tendrá mucho que ver también con el tipo de jugadores que finalmente disponga en la plantilla. Por ahora el nivel de expectación de gran parte de la afición zaragocista está en suspenso.
Les agrada la actitud y la forma de expresarse de Jorge Más, no conocen más que de refilón a Raúl Sanllehí porque apenas se ha dirigido al público y parece haber apadrinado a Torrecilla, y cae bien el entrenador porque da muestras de sensatez, de trabajo y de ilusión.
Que siga el enlace de los Yarza en el consejo, el discreto Forcén, que no se haya hecho oficial la salida de Cuartero y que no se despidan asumiendo sus responsabilidades los antiguos propietarios en la persona de Sáinz de Varanda, le restan credibilidad a una fundación que tampoco dice lo que han ganado con la operación después de comprar por un euro las acciones a Agapito Iglesias.
Aspectos que no están obligados a decir pero que sería un detalle para una afición que creyó en ellos hasta la famosa frase de “a pagar y a callar”, en los momentos más difíciles con la afición.