Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Hace años, cuando subía a los entrenamientos del Real Zaragoza, siempre había temas de comentario para elaborar un programa entretenido. Entonces, hace cuarenta años, solamente el fútbol y el baloncesto ocupaban el noventa por ciento de la programación porque el resto de los deportes no tenía cobertura informativa, especialmente de la televisión.
Ahora, un viernes, tienes que exprimirte el cerebro para ofrecer algo interesante a quienes te ven, te escuchan y te leen, porque apenas hay nada que contar. El club te ofrece la posibilidad de tener declaraciones de Alejandro Francés por los motivo de su lesión y de su renovación, el 65 aniversario de la Romareda pasó sin pena ni gloria -seguramente para no hablar de la remodelación del coliseo zaragozano- y del partido ante la Ponferradina apenas llega información.
Seguramente porque no nos interesa nada del rival, el Toralín no es un lugar para que reposen nuestros sueños y aún está reciente la derrota de la Romareda ante el Lugo, el único adversario que lleva más temporadas consecutivas en Segunda División que el Real Zaragoza.
Nos conformamos con que Andreu y Vada puedan regresar a la formación titular, que Pape juegue de inicio con Puche o Giulinao Simeone y cruzamos los dedos con Lluis López de acompañante de Jair mientras esperamos que Carcedo no plantee el partido solamente en función de las debilidades de los leoneses, sino en las posibilidades de triunfo del Real Zaragoza.
Una sombra de cansancio ha caído sobre la afición del Real Zaragoza que no está convencida que todo vaya a salir, el ascenso, la Romareda, la cercanía del club con los seguidores. Tanto tiempo de alejamiento y de no formar parte de los veinte de primera comienzan a provocar fisuras en el extraordinario edificio que es el zaragocismo.