Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
No me negarán que este fin de semana las cosas se ven diferentes tras la victoria del Real Zaragoza en Tenerife. Que los ánimos están mejor que después del último partido en Granada y que se debe aprovechar el momento para poner tierra de por medio con el descenso. Hasta los cincuenta puntos queda mucho todavía pero da la impresión que ese es el primer objetivo cumplido el primer cuarto de la temporada.
Lo que el martes sabremos es si ha sido solamente un chispazo o si ha prendido la llama. El triunfo ante el Andorra es inexcusable. El mismo sentimiento que ofrecen los jugadores cuando marcan un gol o consiguen la victoria deben proponerlo sobre el terreno de juego. La responsabilidad ha de ser compartida y desde el director general hasta el último jugador del filial convocado por Carcedo tienen que participar en ella. Incluido Torrecilla, cuyo buen rollo con Sanllehí parece que tiene fecha de caducidad.
Yo sigo pensando en que se ha preparado una pequeña revolución en todos los sentidos de cara al mercado de invierno. Antes se conocerá el proyecto de la reconstrucción de la Romareda y con el comienzo del Mundial en Qatar la tención de la afición zaragocista estará más dispersa.
El martes lo único que vale es la victoria. Como sea, aprendiendo de los fallos en planteamientos y cambios, de los aciertos a la hora de establecer jerarquías en la plantilla, aprovechando la presencia de un público satisfecho por el triunfo del viernes, que desea ver ganar a su equipo en el coliseo zaragozano pero que también es crítico y exigente por la historia del club.
Mañana regresaremos con Minuto 32 desde las siete de la tarde en un debate con nuestros invitados para animar a una afición que necesita un empuje de ilusión a través de los jugadores y del cuerpo técnico más cercanos, pese a todo, que la jefatura de una institución que sigue en silencio y parece demasiado alejada del alma zaragocista.