Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
El clima previo al encuentro de mañana frente al Éibar es mucho más tranquilo de lo esperado. Las dos victorias consecutivas en la Romareda del equipo aragonés, la fortaleza atrás y la presencia juntos arriba de Giuliano y Azón, han calmado la inseguridad de la afición zaragocista.
También esa declaración de amor compartida por el trío Sanllehí, Cordero y Escribá. Tres veteranos que, cada uno a su manera, ofrecen su versión más «sexy» como diría el director general para un futuro prometedor. La mayoría del zaragocismo asume la permanencia con el objetivo de quedar lo más alto posible; así se podría conseguir una cantidad más elevada para el límite salarial y se manifestaría al resto del fútbol de Segunda el proyecto de ascenso de la próxima temporada.
Mientras tanto se intenta dar forma a una remodelación de la Romareda a la que tendremos acceso, dicen que más pronto que tarde, porque no sabemos el aspecto exterior e interior previsto por el arquitecto que ya está trabajando en su diseño. A mi más me gustaría tipo San Mamés que La Cerámica porque prefiero los espacios abiertos y una visión futurista. Pero esa es solamente una impresión y un deseo personal.
Queda por conocer si llegarán a un acuerdo para no derribar otra vez esa idea de progreso y de apertura de una ciudad de congresos y abierta al exterior. De lo contrario, otra vez volveríamos en Zaragoza a meternos un dedo en el ojo mientras nuestros vecinos catalanes y vascos se sientan a la espera de seguir viéndonos incapaces de competir con ellos.