Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Ya estamos otra vez con el agua al cuello y con un partido más complicado por la situación del Real Zaragoza que por el propio adversario, aunque siempre sea complicado acudir a la cita en el estadio tinerfeño.
Muchas son las cosas que se han comentado durante estos días sobre el presente y el futuro a corto plazo del director deportivo y del entrenador, que tiene ya agotado su crédito. Pero ya saben que el marcador de un encuentro cambia el futuro y la permanencia contra el Murcia en 1992, por ejemplo, le dio las llaves a Víctor Fernández para construir un equipo campeón de Copa del Rey y de la Recopa de Europa poco tiempo después.
Es difícil mirar la situación actual sin sentirse decepcionado y con la ilusión recortada por el fracaso. Especialmente porque se había iluminado el alma de la afición con las inversiones de los nuevos propietarios del club.
Esta noche, otro viernes más, un equipo sin liderazgo y con ausencias importantes, se juega el presente. Cerca del comienzo del Mundial, a medio camino del mercado de invierno y con las miradas puestas en Carcedo, Torrecilla y Sanllehí. La táctica del silencio pese al movimiento de su comunity manager en la red, no funciona en Zaragoza. El que sale a la palestra tiene el riesgo de escuchar silbidos pero también de convencer si dispone de argumentos.
Ahora, como siempre, el objetivo es ganar. Elevar la moral, jugar con intensidad, cerrar la defensa y marcar. Y con el técnico señalado por todos es bastante complicado para la plantilla. Como dijo Valdano, “un equipo es un estado de ánimo”.