Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
La ilusión por compartir tus ideas, conocimientos y experiencias a través de la voz es algo que siempre me ha estimulado por lo importante de la convicción a través de la palabra y sin observar, en la mayor parte de los casos, con quienes conversas, a los que entrevistas y a tus oyentes.
Antes, para conocer si tu forma de expresarte calaba en quienes esperabas que te escucharan, recibías cartas y postales donde los oyentes manifestaban su empatía o sus críticas sobre tus espacios sonoros. Un poco más tarde fueron las llamadas telefónicas que se convirtieron en una especialidad de radio social donde muchísimas personas trasladaban sus pensamientos, quejas y alabanzas.
Ahora disponemos de herramientas donde podemos hacernos escuchar en todos los rincones del mundo y saber cuántas personas nos están siguiendo, cuándo se incorporan, cuando nos dejan, las que nos conectan en directo y a través del podcast una vez subido a las diferentes plataformas para ser consumido.
Y además están las diferentes ventanas tecnológicas para saber las sensaciones de quienes se han conectado contigo a través de la red, con privados, whatsap o correos electrónicos. Hay veces que creas algo que no interesa y, en ocasiones, observas un crecimiento y una fidelidad que te proporciona satisfacción, mucha más que en un trabajo remunerado.
Ayer cumplimos cien capítulos en Minuto 32 donde la aceptación ha sido muy interesante y la colaboración fundamental para su crecimiento. Ya tenemos oyentes fijos desde antes de comenzar el espacio, oyentes que se han convertido en participantes, veteranos compañeros que son colaboradores habituales y personas, que han sentido tan suyo Minuto32 que se han transformado en parte fundamental casi diaria de esta experiencia.
Agradezco la confianza, la actitud y la complicidad de tanta buena gente que, además, sabe que no existe ningún rincón oculto o pretensión oscura en este difícil camino de la comunicación cuando estás marcado por ser independiente y alejarte del poder en el sentido que todos conocemos.