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Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.

Me da la impresión que el Real Zaragoza está en la carretera de noche y con la niebla rodeando el automóvil. Muy despacio porque no se ve nada y con las luces cortas por el reflejo. Con otros coches detrás, sin nadie delante y con el sufrimiento en el vientre mientras intentas ver algo además de las gotas que impregnan el parabrisas y el vaho que por culpa del calor se apodera del cristal por dentro.

Solamente quieres salir de ahí, si alcanzas a un camión dudas si pasarle o no mientras algún imbécil te pita o te echa las luces. Con dolor en los hombros y el cuello, los ojos semicerrados para intentar ver mejor y con la radio emitiendo música que ni te gusta ni puedes cambiar porque agarras el volante como si lo fueras a partir.

Ni te cuento si llevas criaturas pequeñas atrás y están discutiendo o gritando, la comida no te ha sentado bien y las tripas se revuelven o si eres mayor y la próstata te recuerda que no evacuaste la última vez que echaste gasoil. Ni entonces digas «¿qué mas me puede pasar?» porque se te pinchará una rueda y no habrá cobertura en el móvil para llamar a la grúa.

Ya siento que todo esto me recuerde a la afición del Real Zaragoza y al trayecto que desde hace más de una década sufre en condiciones insoportables. Mi consejo es que respiren, se aíslen y se concentren en lo que están haciendo. Es de noche y con niebla, no somos culpables de los caprichos de quienes juegan a dioses utilizando a la gente.

Ortiz Remacha

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