Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
La búsqueda por el triunfo debe ser el único motivo de esfuerzo y trabajo en el cuerpo técnico y la plantilla del Real Zaragoza. La victoria por sí misma, sin pensar en la clasificación y con la certeza de un cambio que debe comenzar por la fe en sí mismos. Además de contribuir con el éxito del equipo los jugadores saben que este club es una plataforma a retos más importantes; en el propio equipo si se consigue alcanzar finalmente la sexta plaza o con un avance profesional si se regresa a la entidad de origen o si ésta lo cede o lo traspasa a otro club en Primera División.
Estamos a través de «expediente chipirón» en minuto_32 ofreciendo una información sobre el colectivo de empresas, sociedades, despachos de abogados, representación de futbolistas, medios de comunicación, inmobiliarias, accionistas de otros clubes e inversores de riesgo que componen esta aventura. A nivel local están los de siempre: el Grupo Henneo con Hiberus y sus empresas de producción audiovisual que trabajan para la CARTV, las inmobiliarias propias y cercanas de Forcén, Ibercaja y la cercanía de César Alierta que fue accionista del grupo PRISA cuyo propietario es Amber Capital y que también está en el grupo inversor. Joseph Ougourlian es el presidente de PRISA y el fundador de Amber además de disponer de la mayoría del accionariado del Real Zaragoza y la presidencia del Racing Club de Lens.
En cualquier caso, me da la impresión que lo que intentó conseguir sin éxito la Fundación estos últimos años es reflotar al Real Zaragoza y construir un nuevo estadio pero sin disponer de la opción política por el cambio de gobierno municipal, ni del suficiente capital. De ahí la ampliación internacional de su visión para que con Juan Forcén en el consejo, las familias tuvieran también acceso al negocio.
Que por otra parte me parece lícito, interesante y una oportunidad de cara a disponer de un estadio en condiciones y de la posibilidad del ascenso a Primera División. Lo que no me parece tan positivo es la burbuja que desde hace tiempo separa al club de la afición, su incidencia en los medios de comunicación y el hecho de alejar a los periodistas independientes de su trabajo. Como tampoco la poca importancia que se le da a sus seguidores y el escaso cuidado con el que se trata a quienes se desplazan para animar al Real Zaragoza fuera de la Romareda.