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Señores y señores, queridos amigos, buena gente.

El fútbol regresa a la Romareda esta tarde. Un lugar que parece el centro de las pasiones de políticos, de reputadas familias que no desean exponerse, que llaman a inversores de riesgo para participar como colaboradores necesarios y recolectores de las frutas que caen del árbol antes que los remolques las acumulen para distribuirlas en sus silos.

Asustan a la gente con la posibilidad que se marche Escribá al Valencia cuando el propio entrenador tiene que reconocer que no le han llamado a él ni al club, en una información producto del medio estrella del grupo. Entre la intervención en el tobillo de Mollejo y estos globos sonda lanzados en tierra de nadie, llega el partido de la Romareda una vez que se han conseguido los tres puntos en Andorra y el futbolista llegado de Vallecas como refuerzo marca su primer gol en el aumento.

El técnico ya ha dicho que esta tarde se jugará con el mismo sistema y que intentarán ser más agresivos ante un club que desea regresar Primera División. Que vivió su época dorada allá por 2001 cuando el equipo de Mané jugó la final de la Copa de la UEFA ante el Liverpool y cayó 5-4 con dos goles del que tambien fuera zaragocista Javi Moreno.

Los más jóvenes no se acordarán de José Manuel Esnal Mané, aquel entrenador calvo, de nariz redonda y bigote al que no se le ponía nada por delante y que terminó su carrera antes de cumplirse la primera década del siglo XXI en el Español. Destellos de un club que se enfrenta, como todos los antiguos equipos que han sido de Primera División, al cambio económico y de una Liga tan millonaria como pobre en recursos y calidad.

Ahora solamente importa la victoria. Que el tiempo será mejor que estos últimos días, que la gente está animada por ganar en Andorra y que, tal y como están las cosas, se puede ganar exactamente igual que perder.

Ortiz Remacha

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