Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
¿Tienen deseos los animales? ¿Una lombriz puede experimentar sensaciones agradables pensando en un futuro? ¿Son conscientes los cerdos que pueden hacerles los hombres la vida más feliz para conseguir su mejor carne? ¿Qué desea una jirafa? ¿Sonríe un rodaballo?
Supongo que su deseo estará ligado a la supervivencia y a la reproducción y que, al margen de las habilidades de las hormigas, que son increíbles en la organización, construcción y fortaleza para crear y hacer su colonia, viven al día. También pasa en el ser humano pero la evolución de nuestro cerebro ha conseguido que lleguemos a ser personas maravillosas o terribles criminales.
Tengo ganas de que termine ya la campaña política de cara a las elecciones porque las promesas incumplidas, la corrupción, el deseo de seguir haciendo como si trabajas para cobrar, los favores concedidos, la mentira, la incapacidad, el odio, la estulticia y la soberbia han roto un proceso democrático que se encuentra en el peor momento de estos últimos cuarenta años.
La necesidad coincide con el deseo en cuanto al microcosmos zaragocista, ilusionado en un estadio del que ya conoce su aspecto, las posibilidades de construirse y las opciones, como en otras dos ocasiones, de quedar en unos planos e imágenes para el recuerdo.
Todos saben que es un negocio pero que, si se consigue el deseo, además de un recinto apropiado para la ciudad, el objetivo será el ascenso a Primera División. Que habrá una plantilla equilibrada, que se luchará con esfuerzo y que, después de once años, la meta estará muy cerca de cruzarse.
La palabra la tienen los políticos que, deberán olvidar su sentimiento de aversión proyectado en sus adversarios para favorecer a sus electores.