Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
Nos acercamos antes que nadie al final de esta liga que iba a ser, supuestamente, la del cambio con el proyecto de inversión de los socios elegidos por Forcén y por Yarza para la recuperación del Real Zaragoza.
Esta tercera mutación de la propiedad fue incluso anterior a las otras, muy cerca del comienzo de cada una de las temporadas e intentó sorprender por la inicial cercanía del presidente, de origen cubano y con un club en marcha en Florida.
Enseguida conocimos a Raúl Sanllehí, un personaje curioso por su aspecto y su forma de hablar, enamorado en principio de un director deportivo que se había ganado la falta de simpatía de los seguidores zaragocistas. Torrecilla planificó la campaña junto a las sinergias de Miami y un entrenador sin apenas experiencia en Segunda División que sufrió un problema cardiovascular en la pretemporada, comenzó sin Iván Azón por unos problemas musculares nunca explicados con detenimiento.
Del fracaso y del miedo al descenso se pasó al cambio de técnico y entrenador, llegando Fran Escribá y Juan Carlos Cordero. Giuliano Simeone se fue haciendo con el público de la Romareda, Francho renació, Francés entraba y salía de la alineación, Bermejo iba hacia arriba hasta su lesión y Bebé se convirtió en un lanza misiles y una referencia en un ataque que se quedó huérfano sin el delantero hispanoargentino y sin Mollejo, lesionado.
El fiasco de Pape Gueye ha sido similar al de los últimos supuestos goleadores del club que no han conseguido marcar y cuyas excelencias han quedado en evidencia de manera grosera.
Con la permanencia en el bolsillo se planteó el adiós de Zapater, algo que el futbolista aragonés no compartía pero que era necesario para el proyecto de la próxima temporada, dicen, donde aparecen y desaparecen nombres de futbolistas veteranos en Segunda y de jugadores de equipos descendidos al fútbol aficionado.
Y mientras tanto, la Romareda como eje principal de un debate político sin contundencia ni soluciones que deja la construcción del campo a la voluntad de los pactos que se produzcan después de las elecciones.
Una temporada escasamente productiva donde solamente ha demostrado sensatez y cercanía al club la afición, que ha mantenido una presencia generosa en las gradas y los desplazamientos de sus seguidores pese a los horarios marcados.