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Suelo hablar de fútbol en este podcast y de algunas otras historias que me llaman la atención. El aburrimiento de la tarde del domingo sin partido del Real Zaragoza este fin de semana y que no me interesen las transmisiones de Segunda División aunque tenga el televisor encendido con el sonido de fondo, me han animado a postear en «X» un breve comentario sobre la canción que representará a España en la próxima edición de Eurovisión. Hace años que apenas sigo este concurso pero ayer tenía curiosidad por comprobar si ganaba el tema que pensaba iba a triunfar a través de las redes sociales. Con el título de «zorra», que fuera una mujer con cincuenta años de un conjunto desconocido para mí quien llevase la voz cantante y la coreografía con un par de culos masculinos moviéndose sobre el escenario, me inclinaba a pensar en su triunfo.

Y no me parece ni bien ni mal, me da exactamente igual pero me interesa la reacción de la sociedad, o de parte de ella, como en este caso porque las redes sociales representan a un grupo de la población aunque no a su totalidad. En mi cuenta, seguida por casi doce mil personas desde hace catorce años, puse con ironía y con el anzuelo lleno de cebo «¡Venga!, disfrutad de la nueva deriva del mundo que exigimos para cambiar nuestra forma de ser y vivir. Enhorabuena a los premiados y feliz progresismo a todes». El texto iba acompañado de una fotografía con la señora cantando y un par de atléticos bailarines con botas de tacón alto por encima de la rodilla, barbados y con un corsé terminado en un tanga que dejaba al descubierto sus nalgas.

La repercusión fue notable con multitud de «posteos», «me gusta» y alguna respuesta cómplice. Tan sólo tuve media docena de seguidores indignados y con ganas de combate dialéctico donde, con mi paciencia y conocimiento del lenguaje, les aburrí al quedarse sin argumentos y dejar claro que respondían con rabia a la interpretación que hacían del texto. Pero ya sabemos que dices «buenos días» y algunos contestan negativamente o con insultos a un deseo que trasladas a la red.

Es posible que entendieran «ir a la deriva» como expresando un barco sin timonel cuando significa, según la RAE, «Variación lenta y continua de una propiedad que puede ser medida respecto de un valor, dirección o punto preestablecido; por ejemplo, la desviación de un móvil respecto a su trayectoria teórica.»

También utilicé el término «progresista», que yendo a la misma fuente oficial significa «Dicho de una persona o de una colectividad: de ideas y actitudes avanzadas.» Yendo a Wikipedia para saber algo más, resulta que «La era progresista fue un período de activismo social generalizado y de reforma política en todo Estados Unidos, que abarcó desde la década de 1890 hasta la de 1920.​ Los principales objetivos del movimiento progresista eran eliminar los problemas causados por la industrialización, los procesos de urbanización, la inmigración y la corrupción política. Muchos progresistas apoyaron la prohibición de consumir bebidas alcohólicas (conocida como Ley Seca), aparentemente para destruir el poder político de los jefes locales basados en los bares, aunque algunos también lo hicieron por motivos religiosos.» Es decir que fue un movimiento con un siglo de perspectiva que se fue disolviendo por el anarquismo, el triunfo de la revolución bolchevique y la llamada «gran depresión» que en 1929 significó una década de pobreza en los Estados Unidos previa a la entrada en la II Guerra Mundial.

Por eso hay que saber que el progresismo no es algo creado por Pedro Sánchez y que no coincide con un partido de la extrema derecha como Junts, referente del presidente actual del Gobierno, sucesor de Convergencia y Unió de Artur Mas y continuador de la política de Jordi Pujol, liberado de cualquier culpabilidad pese al entramado denominado de «el 3%» y hábil negociador con Felipe González y José María Aznar para fortalecer el status catalán con sus votos. Ser progresista no significa, en consecuencia, ser abanderado del PSOE y solamente indica una persona favorable al progreso, es decir, «acción de ir hacia adelante, avance».

Por último finalicé con «todes» una palabra inventada por el entorno de Irene Montero en su Ministerio de Igualdad para englobar a hombres, mujeres y otros géneros diferentes a los biológicos que se ha manifestado como un adalid del feminismo y de la cultura LGTBI. Yo, que respeto a la Real Academia Española como referente de nuestro idioma, coincido en que es inexistente y doblemente reiterativo. Biológicamente existe el hombre y la mujer aunque cada uno pueda experimentar los deseos sexuales que desee, vestirse como quiera, así como cambiar de sexo mediante las posibilidades médicas y quirúrgicas ya dispuestas desde hace unos años para las personas que libremente lo quieran, sin que sea justo tener prejuicios o discriminarles. Otra cosa es quienes han cometido violaciones y exijan ser cambiados a prisiones de mujeres utilizando la Ley sin sentirse del género femenino ni ser intervenidos quirúrgicamente, o que exijan entrar en los lavabos de mujeres con sus órganos sexuales de varón, larga barba y con atuendo masculino. Incluso los que pretenden participar en competiciones femeninas porque se creen mujeres pero son sexualmente hombres y disponen de una superioridad física que es inaceptable en el deporte. Es mi opinión, simplemente.

El lenguaje, en cualquier caso, tiende desde sus comienzos a ser más sencillo y corto por lo que estar siempre que se habla haciendo referencia a todos, todas y todes, alargaría la comunicación haciéndola insufrible y restando atención a los pocos instantes. Ya en las redes sociales a los ocho segundos dejan de tener interés para los seguidores los mensajes y en los discursos y conferencias, no se llega a los diez minutos. Imagínense noticias, conversaciones, declaraciones, refiriéndose a políticos, políticas, polítiques y demás actividades que alargarían el mensaje de manera innecesaria.

Sabía que lo iba a conseguir, es una victoria sin mérito, la manipulación es divertida es casos de este tipo para que cada uno quede en la posición que merece. Me alegra compartir con las personas inteligentes estos detalles sin importancia. Y que se den cuenta las personas manipuladas cómo las maltratan quienes, además, las desprecian. Aunque las mimen y les paguen, aunque les dejen no trabajar y formar parte de de un rebaño. Y todos sabemos que, al final, las ovejas son sacrificadas pese a ser tratadas con cariño por sus pastores.

Por eso he indicado en mi post de «X» que este artículo es solamente para buena gente, formada y crítica. Que los demás, si no querían verse en evidencia, que no pulsaran la tecla. El que avisa no es traidor.

Ortiz Remacha

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