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Artículo de Fernando Muñoz

Fuentes consultadas, Diarios y portales de internet. Fotografía de Instagram.

Según la RAE define al homosexual como aquella persona inclinada sexualmente hacia individuos de su mismo sexo. Del 20 de julio al 20 de agosto se va a celebrar la Copa del Mundo de fútbol femenino en Australia y Nueva Zelanda donde la selección participará por tercera vez en su historia.

Acabamos de ver ganar a la selección masculina la Copa de las Naciones y resulta curioso, sorprendente y hasta llamativo, los casos de homosexualidad entre un fútbol y otro. En la   federación hay tramitadas alrededor de un millón de licencias deportivas de fútbol masculino y en el femenino a mayo del 2022 no llegan a sesenta mil. En el fútbol masculino español, se pueden contar los casos que se han hecho públicos de relaciones homosexuales con los dedos de las manos: Jankub Janko ex del Getafe futbolista checo, Alberto Lejárraga portero del Marbella y muy poquitos más; por el contrario tanto en los clubes (Barcelona, Real Madrid, etc.), como en la selección, son muy numerosos los casos conocidos de futbolistas con pareja del mismo sexo.

Parece que hoy en día a gran parte de la afición o de la sociedad, le costaría entender que dos jugadores fuesen novios o estuvieran casados. Es poco creíble, solamente rigiéndose por las cifras de las fichas, que en una selección o liga no haya ningún caso y en la otra selección o liga, además de ser frecuente, se haya normalizado. Por citar algunos ejemplos de las jugadoras que el seleccionador ha citado en la pre lista que va a representar a España en el mundial están: Irene Paredes casada con la jugadora de hockey internacional Lucía Ybarra, Melania Serrano, Vicky Losada, Marta Cardona, Ona Batlle, Jana Fernández, Aitana Bonmatí y varias más.

Pero lo curioso es que si nos vamos a otros deportes pasa casi lo mismo. En tenis Martina Navratilova fue la primera en reivindicar su condición sexual en unos tiempos menos avanzados que los actuales. En el tenis español están entre otros, los casos de Conchita Martínez, y de Carla Suárez, que hace poquitos días se conocía que con su pareja Olga, habían sido madres por primera vez de unas gemelas.

¿Cómo puede ser que en el 2023 existan están diferencias de libertad, de vergüenza, de miedo a expresar lo que una persona siente sin importarle la opinión ajena sino la felicidad de él o ella misma?¿Por qué las firmas deportivas y otros contratos de los futbolistas ayudan a ese silencio?¿Alguien a estas alturas se cree que entre un millón no hay casos y entre sesenta mil hay bastantes?

La respuesta en el fútbol fundamentalmente es la falta de educación de la sociedad, donde en un campo acordarse de la madre de un árbitro es normal, llamar maricón a un jugador sigue siendo utilizado como insulto y por el contrario en un partido de liga de fútbol femenino no se usa lesbiana como menosprecio desde la grada.

Están muy bien las campañas contra el racismo y contra los cafres que insultan pero el día 28 es el día del Orgullo y creo que la Federación y la Liga, que se creen tan modernos, deberían de dar una vuelta a esta diferencia numérica y ayudar a quiénes lo estén pasando mal en su vestuario o ante el que dirán. 

Ortiz Remacha

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