No sé, de verdad, cómo va a terminar todo este lío de la compra y la venta del Real Zaragoza. Quién tiene el mando en la operación, de qué manera se filtran las noticias para desorientar cada vez más a la afición del equipo aragonés y si saben en qué jardín se han metido los que están dentro del asunto.
Por un lado da la impresión que el accionista mayoritario desea vender y, por otro, el resto de los implicados quieren continuar con quien se haga cargo de las deudas del club. El candidato número uno exige la permanencia para comprar más del 90% de las acciones y el número dos estaría dispuesto a adquirir la mayoría pese a un descenso y con la presencia del grupo que lideran Yarza y Forcén. Si caería alguno de los consejeros o trabajadores de alta cualificación económica, estaría vinculado a la necesidad de un lavado de cara.
JIM pierde los nervios y le echa la culpa al ambiente hostil en la Romareda conocedor de que será el primero en caer si esto sigue así y agotado por una presión innecesaria de su amigo y jefe Torrecilla, que está acostumbrado a salir indemne de estos fregados en otros clubes.
De la construcción del nuevo estadio ya nadie dice nada, la afición sugiere que la presión siga antes de los partidos en la Romareda con los sumisos, amiguetes y aprovechados que empiezan a tener ya las posaderas al aire.
Yo estaré esperando, en mi puesto de vigilancia, aquello que vaya a suceder para seguir contándolo a quien me quiera ver, leer y escuchar con la pena que significa ser narrador de unos hechos que vaticinan momentos aún más oscuros en la historia de esta ciudad.