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Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.

Llegamos por los pelos anoche a la clasificación de España para octavos de final del Mundial ante los japoneses, que ya habían ganado de la misma forma a los alemanes. Incluso la goleada Costa Rica estuvo a punto de quitarnos en la segunda parte nuestra plaza de segundos en Catar.

El fútbol es cada vez más complicado, más táctico, más veloz y más eficaz. Existe menos talento pero si no se producen una serie de fallos en cadena es difícil perder un partido pese al lugar de origen de las selecciones, con cada vez más futbolistas nacionalizados excepto en Asia, que exporta también jugadores a las grandes ligas europeas.

Mientras tanto el Real Zaragoza se prepara para su vuelta a la Romareda pare enfrentarse otra vez al colista. Con Lucas Alcaraz en el banquillo que apenas tendrá sensaciones del coliseo zaragocista porque estuvo menos de dos meses defendiendo el banquillo de unos leones venidos a menos.

Escribá mantiene su tono pausado, tranquilo y optimista con el que llegó al equipo aragonés. Insiste en que el partido ante el Ibiza no es una final porque después habrá otros partidos y cada uno de ellos tiene un valor de tres puntos. Y que los objetivos son los mismos cada jornada. Por eso si no se gana mañana no será para el técnico valenciano, un desastre.

La base del once inicial será la misma aunque haya dos partidos la semana que viene y no entiende los silbidos a Ratón en quien confía plenamente.

Fran Escribá está sereno y hasta indiferente. Es posible que sepa algo que los demás no sabemos y favorezca esa media sonrisa con un tono tan pausado como especialmente correcto.

Ortiz Remacha

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