Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
La emoción, la tensión, el dramatismo y la felicidad del pasado sábado se trasladan al estadio del Molinón donde los seguidores del equipo asturiano están que echan chispas tras la destitución de Abelardo, su clasificación y la goleada del Valencia anoche en la Copa del Rey.
Es el mejor momento para acudir allí con un sistema tan agresivo como fortalecido defensivamente. Marcar un gol en los primeros minutos supondría una crisis en el equipo, el banquillo recién renovado y los seguidores locales.
Es cierto que la irregularidad del Zaragoza es patente, capaz de jugar de manera inconexa o de contragolpear con eficacia, más aún con el regreso de Iván Azón y su conexión con Puche además de la mejoría de Mollejo. Queda el problema de Giuliano Simeone, que es el futbolista de más lucha, insistencia y gol en el conjunto de Escribá. Que espero no tenga «recomendaciones» de su director deportivo o director general para que insista en sacar a Pape Gueye.
El futbolista africano es, sin duda, el peor de la última década no solamente en la relación calidad/precio sino en su actitud sobre el terreno de juego. Es de esperar que Cordero termine de cerrar la llegada de un extremo para favorecer el equilibrio sobre el terreno de juego ya que las salidas están siendo complicadas.
Veremos qué nos deja la relación entre Sanllehí, el entrenador y el nuevo jefe de grupo y qué pasa con los futbolistas destacados del filial cuyo empuje está siendo extraordinario en las últimas jornadas. Hace días que no se dirige a la afición a través de los medios de comunicación, que apenas deslizan su opinión sobre las declaraciones del representante del grupo inversor en Zaragoza.
Con la afición al margen, como en el caso Igbekeme, una victoria con suspense a tiempo, las declaraciones en la web del club de algún canterano destacado y la tensión política sobre la Romareda se tendrá inmóvil a los veinticinco mil abonados y a las decenas de miles de seguidores por toda nuestra Comunidad.
En algo coincidimos, sin lugar a dudas, en la subida de moral que supondría ganar en el Molinón.