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Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.

El tiempo pasa inapelable y no es momento de perder las ocasiones para cerrar la temporada sin sobresaltos. El equipo parece atravesar una racha de aburrimiento compartido por el técnico y la afición que se toma las cosas con más tranquilidad porque no ve soluciones a corto plazo.

Ganar esta tarde en Valencia parece una misión casi imposible por la trayectoria del equipo levantino y la escasa capacidad de marcar de los blanquillos. Y aunque Escribá dijera ayer que no iba a jugar atrás, esperando al adversario, mucho me temo que las posibilidades tácticas que le da al equipo local la confección de su plantilla le obligarán a ello.

Si juega solamente Giuliano en punta tendrá ya desde el centro del campo un par de futbolistas que le impidan llegar arriba porque, si no remata él, no sé quién puede estar esperando un balón en el área. Yo me pensaría lo de jugar sin Bebé de principio y creo que Iván Azón necesita confianza, tiempo y compañeros a su lado para recuperar su fútbol ofensivo, de lucha y de apoyo cuando comienza el contraataque el conjunto rival.

Tendremos que volver a entregar nuestra devoción a Cristian Álvarez para que lo pare todo y así sumar un punto en el Ciudad de Valencia ante un público satisfecho por la concesión de su primer título conquistado hace casi un siglo y con un club que muy poco tiene que ver con el actual. Allí estará Rubiales, en la fiesta granota, que compite con Tebas en falta de confianza del fútbol español y mucho menos de los aficionados a los que se tiene solamente como consumidores de un producto que siempre parece estar en crisis.

Ortiz Remacha

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