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Señoreas y señores, queridos amigos, buena gente.

Lo mejor de un punto y aparte es que al renglón siguiente sigue la historia. Junio nos ha dejado un título de la selección española de fútbol con Luis de la Fuente, sin el empoderamiento de Luis Enrique, pero sin apoyos de la propia federación que celebró un inesperado campeonato de la Liga de Naciones. Rubiales está más pendiente del estadio que quiere construir en Madrid y de seguir en la pomada, que diría nuestro ínclito Torrecilla, que está descansando en una especie de año sabático después de ser cesado por su amigo Raúl Sanllehí.

Como el Real Zaragoza se mantuvo en Segunda no pasamos ningún tipo de excitación con los play off ni tampoco con la primera que se la llevó un Barcelona ante las vacaciones anticipadas del Real Madrid y los tropezones del Atlético, muy cercano al Real Zaragoza por varias vías en el club de inversionistas del conjunto aragonés.

En plena campaña política después del cansancio que ha supuesto la lucha entre Lambán y Azcón y las adversarias Ranera y Chueca, con el triunfo de la candidata popular ante una lideresa sanchista que tenía tantas posibilidades de presidir el Ayuntamiento de Zaragoza como yo de ser elegido premio Nobel de Física, aún no sabemos cuándo empiezan las obras de la Romareda.

Julio es el mes de Juan Carlos Cordero, que está limpiando la casa y en busca de otros muebles para mejorar el piso, con las dudas del límite salarial y el silencio que adorna al director deportivo del Real Zaragoza. Apuntan bien los dos nuevos fichajes que los medios propiedad de la oligarquía local insisten en hacer casi oficiales. Pero hay determinados elementos como Sabin Merino e Igbekeme a los que no queremos ver ni en pintura, sobre todo al gran fiasco de futbolista creativo procedente de Nigeria que dio la impresión en tres o cuatro partidos a su llegada, que era una gran adquisición. Más falso que un billete de tres euros.

No confío en Raúl Sanllehí, que parece un presentador de televisión venido a menos, pero espero que un profesional serio y en plena carrera como director deportivo blanquillo cumpla las expectativas.

Y que Fran Escribá descanse y regrese rejuvenecido después de una temporada donde pudo estar sufriendo hasta el final o regresando a Valencia en plena crisis del equipo de Mestalla.

Ortiz Remacha

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