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Artículo de Luis Serrano. Foto de El Periódico de Extremadura.

1985. Estadio Heysel. Bruselas. Final de la copa de Europa. 39 personas muertas. 600 heridas. Avalancha causada por los actos de violencia de los fanáticos ingleses del Liverpool.

2022. Estadio Kanjuruhan. Indonesia. 125 personas fallecidas. 302 heridas. Invasión del campo de juego, disturbios con la policía y estampida humana 

Violencia, medios de comunicación y espectáculo son los tres vértices del triángulo equilátero que rodean a cualquier deporte. La repercusión que produce el deporte en la sociedad es significativa y junto a las redes sociales su influencia es inmediata. Las redes reproducen instantáneamente noticias e imágenes de hechos u omisiones, de palabra o consumadas y que llegan a ser virales en muy pocas horas. Imágenes que pueden ser amables o violentas.

La sociedad, la política, la cultura, la religión y, por supuesto, el deporte avanzan por el mismo camino, entrelazados, para lo bueno y lo malo. Por esta razón, cuando una sociedad o grupo evidencia reiteradamente su desencanto y frustración social en los estadios con actitudes amenazantes de palabra, gestos o incluso con violencia física, además se retroalimenta de informaciones y opiniones interesadas de dirigentes, jugadores, entrenadores y periodistas todo unido a imágenes de televisión y redes sociales, debemos tener claro que estas condiciones pueden ser el caldo de cultivo idóneo para originar un estallido social violento.

Para evitar las manifestaciones y/o actos racistas o intolerantes hacia otras personas en los estadios de futbol debemos aceptar que la responsabilidad es de todos nosotros. Desde los jugadores, padres, cuerpo técnico dirigentes, clubes, autoridades políticas hasta organizaciones nacionales e internacionales.

Resolver este problema para nada es sencillo. Exige que los actores anteriormente mencionados alcancen acuerdos que no gustarán a todos ellos. Necesariamente las soluciones son restrictivas. A más libertad menos seguridad. A menos libertad mayor seguridad.

Para controlar y tomar las precauciones ante amenazas a personas y estadios, tener seguridad y evitar fatalidades en los estadios y sus aledaños, debemos aceptar la reducción de algunos de nuestros derechos fundamentales.

Para ejecutar este tipo de medidas es obligatorio publicar previamente a cualquier actuación, un marco normativo por el cual los agentes de la autoridad puedan adoptar las medidas de seguridad necesarias prevenir cualquier tipo de desorden o de posibles daños, detener a los presuntos causantes de daños y/o agresiones y ponerlos a disposición judicial, en concordancia con la legislación vigente. 

Se han promulgado normativa para impedir estos actos bochornosos de racismo, xenofobia e intolerancia en el fútbol. 

Que la laxitud y relajación en el cumplimiento de estas normas por parte de algunos de los actores no nos lleve a un nuevo brote de violencia. 

Ortiz Remacha

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