Señoras y señores, queridos amigos, buena gente.
El fútbol tiene momentos de ilusión, emoción, fatiga, desesperación e incluso de tristeza. Te ayuda a superar días difíciles y a compartir en el estadio o frente a la televisión los intereses comunes de una afición que se mueve como las mareas.
En estos momentos el Real Zaragoza necesita una confirmación de lo que va a ser en un futuro inmediato. Las palabras del comunicado oficial del club sobre sus discrepancias con el sector de la izquierda en las Instituciones y que los principales objetivos de la propiedad eran el ascenso a Primera División y la construcción del campo de fútbol proyectado hace ya unos meses, le dieron tranquilidad a los seguidores blanquillos. Pero los marcadores cosechados desde entonces han provocado una profunda división entre ellos: ¿Debe seguir Fran Escribá al frente de la plantilla? ¿Cuál es el límite que debe de fijarse para su cese? ¿Burgos? ¿La Copa? ¿El próximo partido en la Romareda? ¿Es necesario que siga hasta el final de la temporada y darle la confianza pase lo que pase?
El asunto de los cambios de entrenador no solamente forma parte de estos últimos años sino que se prolonga desde «Los Magníficos» porque pasaron varios técnicos incluso en las épocas de las cuatro finales de Copa consecutivas, dos finales de la Copa de Ferias y varios terceros puestos en la Liga.
Si exceptuamos posteriormente a Luis Cid Carriega, Leo Beenhakker, Manolo Villanova, Luis Costa, Víctor Muñoz y Víctor Fernández, la lista es reducida y todos terminaron fuera del club en momentos difíciles tanto en Primera como en Segunda.
¿Qué debería hacerse en estos instantes? No lo sé, desconozco el interior del club, quién manda realmente o los acuerdos llegados con Escribá. Tampoco sé lo que pasa en el vestuario, apenas se refleja nada en los medios de comunicación, los más importantes vinculados a la antigua Fundación que tiene dentro a Forcén.
Es posible que se produzca algún destello que cambien la situación, en lo deportivo, en lo social o en cuanto a la construcción de la Romareda. Pero a veces las cosas pasan sin buscarlas y cambian los protagonistas y los objetivos de un día para otro.